domingo, 31 de mayo de 2015

El Señor de los Infiernos (III)

Les dimos las gracias, empujamos la barca al agua, nos metimos nosotros, nuestras provisiones que nos habían dado y nos pusimos a remar.
Al principio todo estaba tranquilo, después de que descendiéramos de una cascada; pasamos por unos rápidos que casi nos tiran, por suerte conseguimos salir sin que nos tirase la barca.

Al cabo de dos horas, llegamos cerca de un pueblo bastante tranquilo; había muchas cabañas en bastante buen estado; aunque estaban todas deshabitadas y el pueblo también; decidimos ser huéspedes de nosotros mismos.
Según estábamos buscando ramas para encender una hoguera apareció una mujer con el cuerpo tatuado; parecía un hacha con unas flores alrededor del cuello; ella nos dijo que nos fuéramos, que no éramos bienvenidos a ese poblado.
Comenzamos a adentrarnos entre la espesura y los frondosos árboles; encontramos una pequeña cueva; nosotros empezamos a adentrar y veíamos que la cueva cada vez era mucho más profundo de lo que habíamos pensado; andábamos y andábamos, parecía no tener fin; pudimos parar en una pequeña explanada que había muchos árboles frutales, nos sentamos a descansar. Mi amigo vio frutales próximos; recogió muchas manzanas; nada más dar el primer mordisco, nos transportó fuera del reino del Señor del Inframundo.
Antes del ocaso llegamos a otros países, en el que encontramos a bellas hadas que nos proporcionaban alas y manzanas; mordimos un trozo, transportándonos hasta el paraíso de la sabiduría, pues allí eran los que habían sabido llegar.
Cuando llegamos, nos preguntaron que queríamos hacer, teníamos tres opciones; seguir viviendo allí para siempre, viajar a otros países más sabios o bien ir al mundo terrrenal. Le preguntamos que si subiéramos al otro, que pasaría, nos respondió que si subíamos al siguiente, seríamos los amos del mundo terrenal y del reino del Señor del Inframundo; en el caso de que quisiéramos proseguir nuestro viaje; tendríamos que luchar, con el Señor del Inframundo. Como de momento no nos apetecía llegar a nuestras aburridas vidas; decidimos luchar.
Esta vez, nos dio armas para luchar, que fueron un anillo que lanzaba fuego, un escudo que según lo manejases podías o bien desaparecer pero permanecías en el mismo lugar o bien inmovilizarle. Además de unas poderosas rodilleras y unas sandalias con ruedas y alas. Una vez que finalizásemos con él podíamos devolverlo o no.
Para transportarnos, nos dio, unos delfines que si necesitábamos se podían convertir en fieros lobos o en rápidos caballos en un carro. Nos despedimos de ella y comenzamos nuestro viaje.

viernes, 29 de mayo de 2015

El Señor de los Infiernos (II)

Entonces de repente apareció un gigante que le salía las serpientes de la boca.
Le dio la orden de atacar y salieron disparadas a mordernos. Sin embargo, tuvimos la suerte de que esta vez conseguimos un palo y pudimos defendernos.
Una vez que que hubieron desaparecido, nos quedamos los palos y continuamos hasta el pueblo. Cuando llegamos, conseguimos una barca; empujamos la barca, pero antes de perdernos sentar, unos hadiz qudsí, que son unos apócrifos, eran mitad pájaro, mitad araña, nos atraparon y nos llevaron hasta el Inframundo. Entonces, vimos como los que estaban en un nivel superior, arrancaban las cabezas a los del nivel inferior; les pisaba las cabezas.
Nosotros, intentábamos agarrarnos con todas nuestras fuerzas a un hadsí qdsí, a veces nos escurríamos.  A veces parecía que todo estaba perdido, pero luego conseguíamos subir.
Comenzó a anochecer y observando que todavía permanecíamos en las puertas del Inframundo, nos preguntamos,donde se encontraba el Señor; uno de ellos nos recomendó, que no lo pensáramos mucho, porque sino se presentaría; aunque intentáramos agarrarnos a ellos con todas nuestras fuerzas para no caernos, quedaríamos atrapados.
El Señor de los Inframundos, al percatarse, dio un brinco con sus ciervos y nos agarró de las piernas; intentamos soltarnos, pero no podíamos, ya que había lo hecho con mucha fuerza; para mejorar la situación, nos ató las piernas con una cuerda y para estar más seguro nos metió en un saco que traía para tal fin. Nos arrojó al carro y azuzó a los ciervos.
Cuando llegamos a su palacio que estaba construido con huesos humanos, algunos contenían restos de piel, pero la mayor parte no la tenían y había gran cantidad de cráneos humanos. Sus perros, eran lobos,  otros, hombres que les había arrancado los ojos o la lengua, Segùn andábamos nos dábamos cuenta con horror de que otra zona del palacio eran huesos de dragones, o de otros animales que hubiera ido seleccionando a través de los siglos, porque este rey al ser inmortal, no dormía nunca. Cuando llegamos a las mazmorras, nos quedamos asombrados de que no fueran de hierro los barrotes, sino que eran serpientes vivas; se colocaban de tal manera que no permitían que nadie entrase o saliese. Por lo tanto, les dijo la frase para que se retirasen. Nos arrojó a una especie de lago, a veces subía el agua, otras bajaba, y tornaba de color, unas veces mugriento, otras parecía que se había teñido de color de la sangre, otros de color transparente. Horrorizados, no sabíamos como salir; decidimos que lo mejor sería intentar bucear y ver si había alguna salida y se pusieron a andar para poder escapar, pero apareció un pez gigantesco con unos colmillos como cuchillas. Aún así, lo conseguimos esquivar y salimos a flote, Luego, seguimos nadando hasta que llegamos a la orilla más cercana al pueblo donde antes avistamos la barca, Cuando llegaron, los aldeanos nos dieron agua y comida y nos dejaron la barca para que nos marchásemos porque creían que éramos unos auténticos heroes, porque todos los que entraban ninguno salía vivo de allí.

jueves, 28 de mayo de 2015

El Señor de los Infiernos (I)

-Estamos perdidos
-Yo creo, que el Señor de los Infiernos, está debajo de éstos árboles.
-Yo soy de la opinión que está entre estas montañas.
-De acuerdo, hagamos una apuesta. Quien pierda se quedará con él.
-Y ¿si ninguno tiene razón?
-Entonces no habrá que temer nada.
Empezaron a caminar; atravesando ríos, cascadas y montañas en el reino de Escocia, en el siglo XIII. Sin embargo, se perdieron y no se supo nada más de ellos.
Hasta ahora, porque unos expedicionarios, siguieron el camino donde se habían perdido.
-Deberíamos comenzar a conjurar, para ver donde tenemos que buscar.
-¿Has traído el libro?
-Aquí lo tengo.
-O señor de las tinieblas, indícanos donde está tu guarida.
En lugar de, el Señor de las Tinieblas, apareció un duendecillo avisándoles, de que no pronunciasen muy alto, porque aparecía con su cabellera larga y con una cinta en el pelo, con una túnica blanca y un cetro. Además le acompañaría su perro fiel compañero, que tenía los ojos rojos y que era mitad lobo; siempre enseñando los dientes y el color del animal era negro.
Intentamos dispersarnos para poder proseguir cada uno por su lado, entonces, apareció un hombre con unos músculos impresionantes, la barba hasta el pecho, rubio con ojos azules pequeños; montado en un carro de oro, tirado por dos ciervos; en la mano izquierda, portaba un rayo. Como notaba que los ciervos casi no corrían, soltó el rayo y los azuzó con el látigo para que fuesen más rápido.

Nosotros, intentábamos llegar a un poblado llena de cabañas con techo de paja y de madera, que estaba muy próximo al mar y pedir prestado una barca.
Teniendo la mala suerte, de que no nos dio tiempo el llegar porque nos alcanzó él. Nos lanzó una cuerda y nos atrapó; nos llevó a rastras, como un saco de patatas,  ya que iba muy rápido por las montañas picudas.

No sabemos como conseguimos soltarnos, pero lo que si sabemos, es que según nos arrastraban, observamos a una joven hermosa, pelirroja, con una diadema de oro, con una túnica blanca y verde, con manos delicadas y un anillo de oro en el dedo meñique, acariciando la larga barba blanca de un hombre anciano que llevaba una túnica azul con rojo en las mangas, en un grueso árbol milenario, Cuando nos soltamos desaparecieron.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Una noche de gatos

Ayer por la tarde, al encender la luz del garage, sentí nauseas que provenía de las rejillas del aire acondicionado; al abrirlo, saqué destrozado  el cuerpo de un perro con la cara destrozada; lo tiré a la
basura. Subí al piso, me lavé las manos con agua y jabón; meditándolo decidí además desinfectarme con lejía. Hecho esto, salí a pasear y me dirigí al parque  El pescador , en él, encontré a una chica de quince años borracha y semidesnuda.  Seguí andando y hallé una mujer de cincuenta años que corría desnuda con un cuchillo ensangrentado y con la otra el decapitado cuerpo de un gato negro, gritando "el gato negro ha incendiado mi casa". Continué andando, esta vez el cuerpo de una niña descuartizada con un negro muerto a su lado.
Esa noche, decidí regresar pronto a casa, intenté dormir; al principio no pude dormir, cuando lo hice, soñé  con gatos negros muertos alrededor; así estuve durante varios días.
Finalmente, conseguí desprenderme de " el gato negro".

martes, 26 de mayo de 2015

Desaparecen por arte de magia (Desenlace)

A los días, su hija pequeña, le encontraron hablando solo. Sus padres, le preguntaron que hacía hablando sola. Les respondió que mantenía una conversación con Jorge y Ana. De pronto aparecieron los dos hermanos, desapareciendo al segundo.
Esa misma tarde, la criada, se cortó las venas. No soportándolo más, vendieron la casa.
Algún tiempo después, tuvieron  pesadillas, pero a la larga terminaron desapareciendo

lunes, 25 de mayo de 2015

La pintura

La pintura es buena, porque el pintar un lienzo, es una buena manera de relajarte, también de poder crear, o sino simplemente de relajarte, porque es otra manera como he dicho antes de relajarte, aparte como siempre de una novela. También decir, que solo el mirar el cuadro, es otra manera también de relajarte, sobre todo si son colores fríos; o por el contrario, si estás alicaído de alegrarte. Por eso, el pintar o tener un cuadro, es algo bueno y debería la gente de pintar y tener cuadros.

Desaparecen por arte de magia (II)

A medianoche, sintió unos pasos, encendió la luz, salió al pasillo, bajó las escaleras, encendió la luz, pero tampoco, regresó a la cama.
Despertó a las doce de la mañana, a su lado, estaba tumbado su marido, a las dos, comió con su mujer, le preguntó lo que le había pasado ayer por la noche, pero no se acordaba de nada.
Esa misma noche, Isabel, sin saber como se hizo una brecha, la sangre emanaba desde la cabeza; intentaron telefonear, pero no había línea. La criada le desinfectó la herida, le dio puntos con una aguja previamente desinfectada, paró la sangre, le dio las gracias, se metió en la cama.
A la mañana siguiente, la herida se abrió de nuevo, descolgó el teléfono, pero continuaba sin línea, le volvió a desinfectar, le cosió.
A la tarde siguiente, la brecha desapareció, Llegó la hora de la cena, la niñera fue a buscar a Margarita, pero no la encontró en su lugar favorito, se le comunicó a su madre; interrumpieron la cena, buscándola por todas partes sin éxito.
Al alba, Margarita, entró en la habitación de sus padres, como si fuera un día cualquiera. Le preguntó donde se había metido y con quién, le respondió que en su lugar favorito con Jorge.
Isabel le contestó a su hija, mientras le acariciaba el pelo, que en la casa no vivía ningún Jorge. Anocheció sin ningún problema.

domingo, 24 de mayo de 2015

Desaparecen por arte de magia (I)

Era una noche cerrada de principios de 1950, había una niebla muy  espesa, cuando una mujer llamada Isabel que tenía treinta años, le pareció ver a un niño corriendo por el jardín. Salió al jardín para decirle que era una propiedad privada, pero no le vio, entró en casa, se iba a acostar, cuando observó que en el lago, se bañaba una niña, bajó las escaleras para dirigirse al lago, cuando llegó no había nadie, iba a regresar, cuando escuchó un ruido en el pequeño cementerio; allí encontró a un cura, le preguntó que hacía en el cementerio de su casa a esas horas; pero desapareció por arte de magia.
Salió del cementerio y se fue a su casa. Entró, en el preciso instante en que iba a poner el pie en el primer escalón, le miró a la cara, vio a una cocinera, se acercó a ella, le miró a la cara, pero en su lugar estaba quemada, así que, se quedó con las ganas de hablarle, porque desapareció. Subió otro peldaño, hasta que estuvo en el rellano, no vio a su marido, tumbado, con un moratón en el ojo derecho, llegó hasta él, le intentó levantar, pero no pudo, se cepilló los dientes. Mientras se los lavaba, le pareció ver a su marido, se hizo cargagaras, se enjuagó con enjuage bucal, apagó la luz del servicio, se dirigió a su cama, pero no estaba su marido. Preocupada, se metió en la cama.

¿Cuál es la mejor manera de informarse?

La primera siempre será la radio, porque suelen ser neutrales, la segunda, el periódico, porque te lo puedes llevar a todas partes y no tienes que estar con el incordio de tener que buscar la emisora y la televisión debido a que a diferencia es menos personal, porque no se dirige a nadie, sino a todos los espectadores. Por ello, aunque no me gustan las noticias, creo que siempre será mejor el periódico, porque sientes que se acerca más al lector.
Vosotros ¿que creéis?

Si hubieras aceptado el dinero

-Si hubieras aceptado el dinero que te ofreció tu padre, no estaríamos a las cuatro de la mañana, en medio de la carretera haciendo autostop.- Chilló Marisa a su novio Juaquin, de aspecto bastante cansado  y con las ropas pegadas de la noche del calor que hacía.
-Si lo hubiera hecho, me lo hubiera restregado todos los días.
Justo cuando le iba a contestar, un coche les paró. Juaquin le dio la dirección de su casa. Sin embargo, el conductor continuó; por suerte para ellos, el conductor tuvo que parar a repostar en una gasolinera, pudiendo escapar, campo a través, llegando a su casa.
Al día siguiente, el conductor, los estaba esperando, sin decir nada, primero secuestró a Joaquin, luego a  Marisa, en el mismo día.
Los llevó a una antigua granja, a la mujer la encerró en un establo.
A él, le comenzó a darle puñetazos y patadas; además de darle con una madera. Ella se despertó, aprovechando que estaba entretenido se escapó por la puerta trasera.
Al rato, fue en su busca porque se había cansado de él. Al no encontrarla en su "despensa", en la casa ni en los alrededores, cogió el coche, buscó por el pueblo cercano, pero al no hallarla, regresó a su guarida; el hombre también había huido.
Como se imaginaba donde podían haber ido, se fue al pueblo donde ellos vivían, transcurrió varios días, pero no aparecían. Mientras esperaba le gustó otra víctima, así pues continuó alojado en el mismo hotel para seguirla.
Al día siguiente, quiso seguirla pero ella no se apareció;como no había ninguna que le atrajese se fue a otro pueblo, para continuar su búsqueda de víctimas. Tampoco encontró ninguna, se fue por las carreteras secundarias que sabía que no pasaba muchos coches. Allí encontró a otra pareja.

miércoles, 20 de mayo de 2015

El cazador y la campesina

Como historiador he leído de todo, desde que me licencié en junio del 2010. Pero la que más me gustó, siempre que puedo la relato a mis alumnos de primer curso es la siguiente:
era una tarde de 1600, cuando un cazador vio un jabalí en el monte de Navas del Rey, disparó pero no le alcanzó, le intentó seguir, pero le perdió de vista, porque se fijó en una joven y atractiva campesina enamorándose en el acto.
Comenzó a nevar, como no caía con mucha fuerza, siguieron andando; enseguida empezó una niebla; según iban andando se hizo más espesa la niebla; intentaron buscar un sitio para guarecerse, pero no consiguieron ver nada, siguieron andando hasta que se despistaron.
A los dos días, realizaron la búsqueda, porque una carreta; hacía dos días, había observado a un joven cazador y a una campesina cerca de un roble; decidieron buscar una cabaña de un leñador que estaba abandonada; luego, optaron por ir a la iglesia que tenía un cementerio, que se utilizaba para las romerías y cerca de un pantano. Pensaron que era el mejor sitio para estar. Fueron hasta allí, pero tampoco; después al pantano, encontrándolos durmiendo; cuando los intentaron despertar, aún estaban con vida; presentaba un gran mordisco de dos lobos. Los trasladaron como pudieron a los dos.
Al cabo de una semana, los intentaron despertar, pero no hubo manera.
Así termina la leyenda sin saber, como murieron, porque, nada más llegar, estaban perfectamente, según las monjas, había sido un milagro que estuviesen vivos.

domingo, 10 de mayo de 2015

Las peliculas violentas

¿Es bueno que los adolescentes vean peliculas violentas?
Yo creo que no, ya que les puede trastornar debido a los cambios hormonales y a los niños con la mente tan fragil les puede trastornar.
En cuanto a las personas adultas, les puede dar ideas, de como matar o bien hacer bombas.
¿Vosotros que creeis?

La Fiesta macabra (II)

En la fiesta de Todos los Santos que hacían en el cementerio un grupo bastante numeroso de chicos y chicas entre quince y diecisiete años, aparecieron con los trajes arlequines que tantas veces se habían presentado y maquillado como siempre;  les acompañaba aparte el esqueleto, un cadáver recién sacado del depósito de cadáveres con un pantalón y el pecho con los puntos en la mitad de la caja torácica. La otra novedad es que transportaban armas de fuego. El cadáver contó de atrás hacia adelante, esta vez sin tiempo. Nada más terminar los números del uno al diez desaparecieron.
Al día siguiente aparecieron en otra fiesta de disfraces en un parque, solos de nuevo con el traje raído con el esqueleto en el medio, maquillados de la misma manera, con el reloj de arena, sin que tuviese que parar el tiempo. Sus armas, eran las de la primera vez. El esqueleto puso el reloj de arena boca abajo y empezaron a cortar las cabezas. Una vez que se acabó el tiempo desaparecieron.
Al año siguiente no ocurrió nada y eso que se celebró bastantes fiestas de disfraces.
A los dos años reaparecieron en una fiesta religiosa que iba a dar comienzo, cerraron los arlequines las puertas. Hecho esto, el esqueleto que no se sabe como ahora tenía dos brazos y cuatro manos. Mientras que en la mano derecha ponía el reloj de arena con la otra hacía girar la cabeza de una persona en un solo giro; con tal fuerza que crujió. Los arlequines enseguida se pusieron en movimiento, cortando cabezas  o alguna parte del miembro según les fuera más sencillo.
El tiempo  finalizó pero no desaparecieron. Volvieron a poner el reloj de arena y volvieron a cortar cabezas. No se sabe muy bien

lunes, 4 de mayo de 2015

La fiesta macabra

Estábamos en una fiesta de disfraces en las que todos eran bastante sencillos. Al rato vinieron un grupo de tres personas; tres estaban disfrazadas de arlequines; el que se encontraba en el medio vestía un disfraz de esqueleto.
Pasada la media noche, el extraño grupo recién llegado que parecía que habían salido de la pintura Las máscaras y la muerte, del pintor Erlon del Expresionismo de la primera mitad del siglo XX.

Como iba relatando el tiempo pareció que se paraba; nosotros sentíamos que el tiempo se estancaba. Estos, no se sabe muy bien de donde sacaron un reloj de arena, un sable y un hacha. En cuanto pusieron el reloj de arena empezaron a cortar cabezas. Una vez se hubo parado el tiempo, desaparecieron.

En el mes de diciembre reaparecieron, otra vez igual pero los colores se encontraban deslucidos, los vestidos raídos y el esqueleto mantenía su flexibilidad; también  cambiaron las armas; sino que los dos arlquines transportaban dos cabezas ensangrentadas. Los labios se separaban pero no articulaban palabras.

El esqueleto, antes de poner el reloj, vio un péndulo que marcaba la una; entonces puso el dedo índice en el reloj;  lo retrasó y se paró. En ese momento, mandó a los dos arlequines que entregasen a dos personas dos cabezas.Justo en el momento en que el tiempo se iba a agotar apareció el caballo negro con alas, sentado en su lomo el diablo; con uñas tan largas como la cola; unos minicuernos y unas orejas de soplillo; los ojos amarillos y por la boca escupía fuego; riendo igual que el extraño grupo. Una vez que quemó a todo el mundo desaparecieron. Pudiéndose salvar solo los de seguridad.
Al año siguiente en el museo del traje no ocurrió nada.
Cuando dieron una recepción en el museo de armas irrumpieron en la recepción con tres cabezas ensangrentadas con la lengua hacia afuera. Esta vez no apareció el diablo pero si el caballo negro. Sin darle tiempo a que el esqueleto parara el tiempo ni diera orden de que lanzasen las cabezas, el caballo mordió a todos, incluidos a los de seguridad, El caballo limpió todo pasando la lengua por el suelo. Una vez hecho esto, desaparecieron.
En la siguiente fiesta de disfraces  que ofrecía en la Biblioteca Nacional no aparecieron.

domingo, 3 de mayo de 2015

A la hora de que el juicio se celebre

Era una noche silenciosa, de esas que te esperas cualquier cosa, desde que no ocurra nada, hasta que pase, esta noche, fue una de ellas. Mi madre, que estaba viendo la tele, con la ventana abierta, escuchó la sirena de una ambulancia que se estrellaba contra un coche que estaba parado en el semáforo que estaba en rojo.

A las cuatro de la mañana se disponía a meterse en la cama, cuando escuchó abajo que estaban hablando en gritos; les iba a pedir que por favor hablaran más bajo, cuando el hombre asestó cuatro puñaladas al hombre. Salió corriendo, dejando que se desangrase hasta morir. Llamó a la policía; vinieron a los pocos minutos. Interrogaron a mi madre, ella al explicarles todo lo que había visto y al describirles al presunto asesino. Se pusieron a buscarle, teniendo la suerte de poder detenerle ese mismo día.
Ahora está a la espera de que el juicio se celebre

sábado, 2 de mayo de 2015

La Boda de María y Pablo (XVI)

-Adios.- Respondió Pablo.
Luego se acercó a mi, me dio dos besos.- Dejé espacio para que se acercase Estela que es su mujer.

-Que seáis muy felices, hasta luego.- Se despidió Estela con dos besos.
-Gracias, os llamaremos cuando regresemos de luna de miel.- Respondí a Estela cariñosamente.

Cuando se fueron todos los invitados, antes de que nos fuésemos el maitre dijo que nos esperásemos un momento; al esperar para saber que se nos había olvidado, nos dio la enhorabuena, también nos entregó el libro de firmas que era un regalo por cuenta de la casa y otro que era una pequeña flor de madera; según nos alejábamos vinieron el resto de los camareros para darnos y para recalcar que esperaba que hubiera sido de nuestro agrado y que esperaban que volviéramos pronto. Les dimos las gracias y nos fuimos.

Para despedirnos nos acercamos al coche de David; Pablo le dio un fuerte apretón de manos y en cuanto a mí dos besos. Luego fuimos al coche de mi hermana, acto seguido nos despedimos de mis padres y los de Pablo se despidieron de los míos. Por último nos despedimos de los padres de Pablo. Solo entonces pudimos ir al hotel que habíamos seleccionado para pasar nuestra primera noche.
Una vez que llegamos, el chofer sacó las maletas del maletero; antes de meterse en el coche, recibimos la enhorabuena, se despidió de nosotros diciendo que esperaba que el servicio hubiera sido de nuestro agrado y le volviéramos a llamar otra vez pronto. Entonces puso el coche en marcha y se alejó.

El aparcacoches llamó a un botones, Enseguida vino con un carrito para transportar la maleta.
Cuando nos registramos, subimos por el ascensor hasta nuestra habitación. Pasó Pablo la tarjeta, abrió la puerta, iba a entrar pero me lo impidió; me cogió en brazos para entrar en la habitación, tumbandome en la cama. Nuestras maletas ya habían llegado.
A la mañana siguiente a las doce, pedimos un taxi para dirigirnos al aeropuerto. Después de facturar, para hacer tiempo, mientras anunciaban nuestro vuelo y aprovechando que era hora de la comida, nos fuimos al restaurante.

viernes, 1 de mayo de 2015

Matrimonio o ¿amigos?

Vivían un matrimonio, o mejor unos amigos, él un psiquiatra venido a menos; de cuarenta y cinco años; ahora drogadicto por la cocaína; ella, una chica de veinticuatro años que está rolliza.
Uno de los días Mateo, discutió con Sandra, porque había tirado las bolsas de cocaína; él cogió un cuchillo y se le colocó en el cuello; ella, sacó una sarten, le golpeó en la cabeza y salió corriendo; sin darse cuenta que una vecina tenía en la mano un cuchillo y que apuntaba directamente; se acercó corriendo y le atravesó con el cuchillo, desangrándose hasta que murió.

Obsesionado por los cádaveres

Hace cinco años, conocí a un hombre que lo que le gustaba era desenterrar muertos y llevárselos a su casa; los sentaba o los ponía en la entrada; hasta que un día un vecino, avisó a la policía y le encerraron en un psiquiátrico. Permaneció diez años.
Al principio se relacionaba con los demás y le gustaba cosas normales; conoció a una chica, estuvieron saliendo un año; sin embargo, ella rompió la relación, porque no estaba muy segura de continuar. Él comenzó a desenterrar de nuevo a los muertos; pero esta vez, le puso nombres. De nuevo un vecino llamó a la policía. Regresó al psiquiátrico; nada más llegar, asesinó a un celador; se escapó con él; continuó llamándole por su nombre de siempre Lucrecio, por su abuelo.
Se refugió con Lucrecio en una cueva, hasta que llegó el invierno y murió congelado.